Una gran lección de interés compuesto (IC)

-Hace unos meses el hijo de un vecino acudió a mi oficina buscando empleo de auxiliar administrativo. Le dije que estaba dispuesto a facilitárselo, pero únicamente por un mes y que debería trabajar doce horas al día, todos los días del mes. Le comenté que disponía de poco dinero y que su sueldo sería muy bajo. Le especifiqué que el primer día ganaría un centavo -le insistí que era un centavo, no un dólar, para que no hubiera malentendidos-, el segundo dos centavos, el tercero cuatro y así sucesivamente, doblando sus ganancias cada día que pasara. En la última jornada de trabajo recibiría el total de sus emolumentos y mi agradecimiento por una tarea tan dura y mal remunerada.


-¿Aceptó?
-¿Tú que crees? Se despidió de muy malas maneras y con cara de pocos amigos.
-Lo tiene calculado, ¿no es así? ¿Cuál sería su sueldo el día 31?
-Una minucia, tan sólo 10.737.418 dólares, que no centavos –apostilló Richard.
-¿Y si hubiera aceptado el ofrecimiento?
-¿Lo habrías hecho tú, en los términos de mi propuesta y con el planteamiento tan negativo y peyorativo que le hice?
-Casi once millones de dólares, es una autentica barbaridad.
-Te equivocas en tus cálculos, olvidas que hay que sumar las cantidades de los treinta días anteriores. Sus retribuciones totales ascenderían a 21.474.836 dólares. Un día más de trabajo y habría significado mi ruina, sentenció Richard, con una irónica y traviesa sonrisa.
-¿Está todavía vigente su oferta de trabajo? Yo soy muy buena con el ordenador –bromeó.
-Tú siempre tendrás un hueco en mi despacho.
Se fijó en una fotografía enmarcada y dedicada del genial Albert Einstein, con la siguiente leyenda: “El interés compuesto es la mayor invención de la humanidad por permitir una sistemática y confiable acumulación de riqueza”.
«No entiendo a la gente que se empeña en empobrecerse rápidamente pudiendo enriquecerse (gracias al interés compuesto) lentamente».
Es precisamente el IC lo que te permite seguir disfrutando y al mismo tiempo saber que estás generando un capital que te garantiza tu libertad financiera y la de tu familia. Gracias al IC, con muy poco capital inicial, se puede conseguir no tener que vender tiempo para comprar dinero.
Si le inviertes 1000 euros al 15 % a tu sobrina de 2 años cuando tenga 70 años (probablemente para entonces la SS estará quebrada) dispondrá de unos 16 millones de euros, y a pesar de la inflación, será una cantidad respetable.
Si todo el mundo hiciera lo mismo, para obtener ese 15 % anual la humanidad debería expandirse hacia otras galaxias. Así que un consejo, guarda el secreto, “es lo que hago yo”:))
El IC nos obliga a ahorrar, a ser disciplinados y a tener paciencia. Eso, de entrada, me gusta. Los primeros 10 años parece que cuesta mover la rueda pero luego es increíble, no dejo de asombrarme lo que es capaz de trabajar en nuestro beneficio.


La Bolsa y Economía