Hace tan solo unas décadas que las tarjetas de crédito eran unas completas desconocidas para la mayoría de la gente, y quienes habían oído hablar de ellas pensaban que se trataba de una herramienta reservada solo a quienes tenían mucho dinero o se podían permitir contar con el banco para que les prestara cualquier cantidad.
Hoy, las cosas han cambiado tanto que no solo no tenemos todos nuestra propia tarjeta sino que hay quienes cuentan con una verdadera colección de tarjetas de crédito, débito y otras formas de pago en forma de pequeños cuadrado de plástico con las que hacer nuestras compras en cualquier lugar, tanto que algunas veces cuando una tienda no acepta el pago con tarjeta de crédito muchos clientes prefieren acudir a otro establecimiento que las acepte.
Y es que apenas llevamos dinero en efectivo encima. Cuando resulta que no podemos pagar con nuestras tarjetas de crédito nos vemos dando vueltas buscando un cajero donde sacar una pequeña cantidad para afrontar esa deuda que hemos contraído al pedir el desayuno en la cafetería o para pagar la compra en el súper.
Esto es tan cierto que incluso el dinero se ha convertido en un bien intangible, que em muy pocas ocasiones se ve de un modo físico desde que es ingresado en nuestra cuenta hasta que se transfiere a la de los comercios en los que hacemos nuestras compras.